La autoestima. ¿Cómo recuperarla?

La autoestima. ¿Cómo recuperarla?

La autoestima es la forma en que nos juzgamos y evaluamos, tiene que ver con las creencias y sentimientos que tenemos acerca de nosotros mismos.

Recoge todo el conjunto de valoraciones y pensamientos que tenemos sobre nosotros, y que hemos ido adquiriendo a partir de nuestras experiencias.

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La imagen personal consiste en poder describir aquellas características que nos definen, como el aspecto físico, rasgos de carácter, cómo nos relacionamos con los demás, como nos ven los otros, nuestro funcionamiento académico o laboral y el área afectivo-sexual.

La autoestima tendría que ver con la valoración que hacemos de dichas características. Ser muy ordenado, gracioso o reservado puede ser una virtud o un defecto; todo depende de la connotación que le demos.

Todos podríamos ser más listos o más guapos, pero se ha demostrado que la autoestima no depende de lo que tienes, de lo que sabes o de lo que eres. Depende de cómo te aceptas.

Nuestro artículo “Falta de autoestima, ¿qué podemos hacer?”, puede ayudarte.

¿Cómo se forma la autoestima?

El concepto de uno mismo va desarrollándose poco a poco a lo largo de la vida, cada etapa aporta en mayor o menor grado, experiencias y sentimientos, que darán como resultado una sensación general de capacidad y valía.

El apego significa un vínculo afectivo o enlace entre un individuo y una figura de apego (por lo general el padre o madre), y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.

Esa relación entre padres e hijos, ese vínculo que debe crearse debe ser fuerte y sólido para que el niño mantenga una autoestima elevada y pueda afrontar las vicisitudes de la vida con seguridad y confianza.

Un niño con un buen vínculo con un adulto sabe y siente que es importante para esa persona. Este sentimiento en el hijo, el sentirse importante y tenido en cuenta, es la base de una buena autoestima y de la seguridad en sí mismo.

Lo importante es tener un vínculo estrecho, sano y fuerte en el que el niño pueda acertar, equivocarse, portarse bien y portarse mal y no se sienta menos querido por ello.

Durante la adolescencia, una de las fases más críticas en el desarrollo de la imagen personal, el joven necesita forjarse una identidad firme. Es la época en la que la persona pasa de la dependencia de las personas a las que ama (la familia), a la independencia, a confiar en sus propios recursos. Si durante la infancia ha desarrollado una sólida seguridad en sí mismo, le será relativamente fácil superar la crisis y lograr la madurez.

Para asegurar un desarrollo psicológico armonioso con alta autoestima, los padres deben fomentar la autonomía de sus hijos, alentarlos en sus iniciativas individuales, minimizando los errores que podrán ser señalados como experiencia de aprendizaje.

Estilos educativos

Ser padre no es nada fácil. Algunos psicólogos diferencian entre paternidad y parentalidad. Tener un vínculo biológico, engendrar, donar los genes, no significa ser padre.

La importancia del papel del padre en el desarrollo y estructuración del psiquismo infantil es fundamental como refuerzo y ayuda al rol materno y las dificultades que derivan de la crianza.

Encontrar el equilibrio entre dar amor y poner límites es una tarea complicada para la mayoría de los padres.

Cuando el niño va creciendo es necesario pasar de esta etapa de “darlo todo” a dar parcialmente. A partir de los tres años el niño ha de aprender a demorar la satisfacción de sus necesidades y a darse cuenta de que existen otros además de él.

Papá y mamá se van de cena, trabajan, atienden a otro hermanito, están cansados…, el niño va descubriendo que el mundo no es tan ideal como pensaba, pero esto es necesario en la estructuración de su psiquismo.

Ser democrático, es decir, conseguir un equilibrio entre dar afecto y frustrar, sería el estilo educativo óptimo.

Características de personas con buena autoestima

-No pierden el tiempo preocupándose en exceso por lo que le haya ocurrido en el pasado ni por lo que le pueda ocurrir en el futuro. Aprenden del pasado y proyecta para el futuro, pero viven con intensidad el presente.

-Confían plenamente en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse acobardar fácilmente por fracasos o dificultades.

-Se valen por sí mismas, pero cuando realmente lo necesitan, está dispuesta a pedir la ayuda de otros.

-Saben qué cosas pueden hacer bien y qué pueden mejorar.

-Se sienten bien consigo mismas.

-Expresan su opinión ante los demás.

-No temen hablar con otras personas.

-Saben identificar y expresar sus emociones a otras personas.

-Participan en las actividades que se desarrollan en su entorno, centro de estudio, de trabajo…

-Les gustan los retos y no les temen.

-Se valen por sí mismas ante las situaciones que se les presentan, implica dar y pedir apoyo.

-Se interesan por los otros con sentido de ayuda y están dispuestos a colaborar con las demás personas, sin críticas negativas.

-Son creativas y originales, inventan cosas, se interesan por realizar tareas desconocidas, aprenden actividades nuevas, se implican en ello.

-Luchan por alcanzar lo que quieren.

-Disfrutan de las cosas divertidas de la vida, tanto de la propia como de la de los demás. Se alegran de que a los demás les vaya bien.

-Comparten con otras personas sus sentimientos.

-Se aventuran en nuevos objetivos.

-Preguntan cuando no saben algo, no tienen miedo a preguntar.

-Defienden su posición ante los demás, de forma asertiva.

-Reconocen sus errores cuando se equivocan.

-Conocen sus cualidades y tratan de sobreponerse a sus defectos.

-Son responsables de sus actos.

¿Te identificas en alguna de estas afirmaciones?

-Te sientes inferior a los demás

-Te desmotivas con facilidad y no terminas lo que empiezas

-Evitas cualquier situación en la que puedas fracasar

-Te sigues culpando de tus errores del pasado

-No crees que haya nada especial en ti

-No te sientes atractivo

-Evitas relacionarte con los demás

-No expresas tus ideas u opiniones

-Habitualmente sientes ansiedad y una profunda tristeza

-Eres muy perfeccionista y no valoras lo que consigues

-Te cuesta mucho tomar decisiones

Conclusiones

El autoconcepto se trabaja y mejora; no se nace con él.

Sin autoestima, nuestros temores nos encierran en la zona de seguridad (nada confortable), nos castigan y nos impiden luchar por lo que realmente queremos.

Tener una autoestima sólida no implica ser prepotente ni narciso, sino ser capaz de aceptar nuestras fortalezas y debilidades para reconocer nuestro propio valor.