En consulta podemos ver a personas con auténtico miedo al compromiso en sus relaciones de pareja, personas que sufren a su vez por ello, porque quieren dejarse llevar en algunas ocasiones pero sienten que no pueden. Otras veces llegan a auto-convencerse de que lo mejor para ser feliz es no implicarse, no dejarse llevar en sus relaciones.
El ser humano tiene una serie de necesidades afectivas básicas y según Félix López (2008), se plantean las siguientes para un adecuado desarrollo del bienestar de la persona, a nivel físico y social:
- Necesidad de seguridad emocional: donde la persona se siente aceptada, valorada, cuidada y querida. En un inicio esto se trasladará en la infancia por las figuras de apego, influyendo así en las relaciones personales futuras, también de pareja, viviendo desde la tranquilidad el amar y ser amado.
- Necesidad de red de relaciones sociales: uno se siente bien perteneciendo a un grupo, compartiendo ocio, proyectos, etc.
- Necesidades sexuales y amorosas: necesidad de intimidad y comunicación.
Que estas necesidades se vean cubiertas será fundamental de cara a las relaciones interpersonales, si no fuera así, puede desembocar en emociones disfuncionales como la angustia, el miedo a la soledad, el miedo al compromiso, la dependencia emocional, etc., de igual forma que si se ven satisfechas, tenemos como resultado una serie de emociones que producen un mayor bienestar.
La manera que tenemos de vincularnos a los demás viene delimitada en parte por el estilo de apego que hayamos desarrollado y vivenciado desde pequeños, con nuestros referentes y figuras de apego principales, pasando por nuestras amistades hasta la historia de relaciones amorosas que hayamos tenido. ¿Por qué es importante dicho estilo?, a través de éste se nos enseña a querer, a confiar, a cuidar pero también a recibir ese amor, esa confianza y esos cuidados, a intimar o bien a mantenernos alejados del otro, se trata de un aprendizaje que comienza desde bien pequeños.
Las personas con miedo al compromiso en las relaciones amorosas buscan en cierto modo una seguridad y protección a sí mismos, al sufrimiento, a través de una evitación a dicho compromiso e intimidad. No hay una implicación afectiva, las relaciones en las que se ven envueltos carecen así de comunicación íntima y emocional, no dejan que aflore como signo de no mostrarse “vulnerables” frente al otro, no mostrando sus debilidades ni sombras, reforzando así esta aparente fortaleza y estabilidad. Habrá un control sobre los propios afectos en el proceso de enamoramiento, evitando así el temido descontrol que pueda producirse.
Al tratarse de un aprendizaje la persona puede trabajar por llevar a cabo de nuevo una manera diferente y más satisfactoria de relacionarse con los demás, sin angustia, bloqueo ni la sensación de verse dañada en cualquier momento generando así el miedo a comprometerse.
En esta reconducción se abogará por la adquisición de confianza en uno mismo y en el compañero/a, promoviendo la tranquilidad, bienestar y estabilidad básica para vivir la relación sin las emociones disfuncionales anteriormente planteadas.
Se tratará de trabajar con la persona para que se sienta cómoda con la intimidad interpersonal, adquiera habilidades sociales y de comunicación, desarrolle el intercambio de afectos y refuerzos y vaya desbloqueándose poco a poco distanciándose así de inseguridades, pudiendo exponerse a ellas.