En nuestro centro atendemos a numerosos pacientes diagnosticados con lo que se conoce como Trastorno del Espectro Autista (TEA).Cada paciente es distinto, pero existen ciertas similitudes que aparecen con frecuencia. Hoy deseo compartir la historia de uno de ellos, Álex, y cómo hemos trabajado con él utilizando un enfoque conductual-cognitivo complementado con neurofeedback.
Antes de entrar en el caso específico, permíteme ofrecerte un poco de información de fondo.
Puedes contar con nuestro centro experto en Neurofeedback para el autismo», en Madrid. Siempre te atenderá el mismo psicólogo, que te garantiza seriedad y confidencialidad.
¿Qué se entiende por TEA desde el ámbito cognitivo-conductual?
Desde la psicología basada en la evidencia, el TEA es considerado un trastorno del desarrollo neurológico que se caracteriza por dificultades continuas en la comunicación social y por comportamientos repetitivos o restringidos. Esto no implica que todas las personas con autismo presenten los mismos síntomas, en absoluto. El término “espectro” es fundamental aquí: existe una gran diversidad entre los individuos.
Desde un punto de vista conductual, muchos comportamientos que observamos —como la ecolalia, el aleteo, la hipersensibilidad sensorial y las rutinas inflexibles— se interpretan a través del aprendizaje. Es decir, estos comportamientos han sido reforzados con el tiempo. Por ejemplo, si un niño descubre que cubrirse los oídos le ayuda a evitar un estímulo que le resulta incómodo, es probable que repita esa acción.
En cuanto a la cognición, encontramos dificultades en lo que se denomina teoría de la mente (la capacidad de entender que otros pueden tener pensamientos diferentes a los nuestros), problemas de flexibilidad cognitiva y dificultades en la coherencia central (la tendencia a enfocarse en los detalles en lugar de considerar la totalidad).
Todo esto nos lleva a la necesidad de una intervención integral. Y es aquí donde entra Álex.
El caso de Álex: autismo, neurofeedback y mejoras sorprendentes
Álex tenía 11 años cuando llegó a nuestra consulta por primera vez. Sus padres estaban inquietos debido a su rigidez extrema, sus frecuentes crisis ante cambios menores en su rutina, y su dificultad para relacionarse con otros niños. En la escuela, solo hablaba con su profesora de música. En su hogar, todo debía seguir un orden estricto: utilizaba siempre la misma taza para el desayuno, tomaba el mismo camino hacia la escuela y veía las mismas series.
Lo primero que realizamos fue una evaluación completa: una entrevista clínica, escalas estandarizadas (como la ADOS-2 y la Vineland), y cuestionarios llenados por los padres y la escuela. El diagnóstico de TEA era evidente. Sin embargo, también notamos algo más: una notable hiperactividad cortical en las bandas alfa altas (20-30 Hz), especialmente en las áreas frontales, de acuerdo con el mapeo cerebral realizado con EEG cuantitativo.
Fue en este punto donde decidimos incorporar el neurofeedback.
¿Qué es el neurofeedback?
El neurofeedback es un método de autorregulación de la actividad cerebral. Se fundamenta en el principio del condicionamiento operante, una base clásica del conductismo. A través de un sistema de retroalimentación, el paciente aprende a regular su propia actividad cerebral. No se trata de magia ni de un efecto placebo: es un aprendizaje instrumental aplicado al cerebro.
En términos sencillos, el ordenador capta la actividad eléctrica del cerebro al instante, y el paciente recibe una señal visual o auditiva cuando su cerebro realiza la acción que queremos fomentar.
Si buscamos reducir la actividad excesiva en una frecuencia específica, como la beta alta que se relaciona con ansiedad o alerta extrema, brindamos refuerzo cuando esa actividad disminuye. El refuerzo puede presentarse como una imagen clara en una película, el avance en un videojuego o música que suena. Si el cerebro no responde adecuadamente, el estímulo se interrumpe.
Es similar a fortalecer un músculo, pero a través de la actividad del cerebro mismo.
El protocolo utilizado con Álex
En el caso de Álex, llevamos a cabo un total de 30 sesiones (dos a la semana), siguiendo un protocolo muy concreto:
Área de entrenamiento: Corteza prefrontal medial (Fz) y área central (Cz)
Meta: Disminuir la beta alta (20-30 Hz), incrementar SMR (12-15 Hz), y mantener la theta baja (3-7 Hz)
Además, combinamos esto con sesiones de intervención conductual y práctica de habilidades sociales.
¿Por qué elegimos ese protocolo?
Las investigaciones indican que muchas personas con TEA muestran una activación excesiva en frecuencias rápidas (como la beta alta), lo cual está vinculado a la rigidez mental, irritabilidad y dificultades para autorregularse emocionalmente (Coben Padolsky, 2007; Kouijzer et al., 2009).
El entrenamiento en SMR (ritmo sensorimotor) se asocia con mejoras en la inhibición de la conducta y en el control de impulsos, especialmente en trastornos neurodesarrollo como TDAH y TEA (Thompson Thompson, 2003).
Los cambios en Álex: pequeñas grandes victorias
Después de 10 sesiones, los padres de Álex nos compartieron algo que les sorprendió: su hijo había aceptado utilizar una taza diferente en el desayuno… sin llorar. Aunque pueda parecer un detalle menor, fue un primer signo de cambio en su rigidez conductual.
Al llegar a la sesión 20, el colegio notó que participaba más, solicitaba ayuda y se mostraba menos irritable cuando su rutina se alteraba. Incluso decidió inscribirse en un taller de dibujo de manera voluntaria.
Al concluir las 30 sesiones, realizamos de nuevo el EEG cuantitativo: se evidenció una clara disminución de la beta alta, especialmente en la región frontal. No habíamos «curado» su autismo, ni era ese el objetivo principal. Sin embargo, la capacidad de autorregulación, la flexibilidad y la interacción social de Álex habían mejorado considerablemente. Para él y su familia, eso significaba una gran victoria.
¿Qué dice la investigación sobre el neurofeedback en TEA?. Evidencia científica.
Aunque se requieren más estudios de alta calidad, los datos iniciales son alentadores. En una revisión sistemática (Cortoos et al., 2021), se menciona que el neurofeedback puede potenciar la atención, el control emocional y el comportamiento adaptativo en niños con TEA.
Es importante mencionar que no se trata de una solución mágica ni que funcione para todos. Su efectividad es mayor cuando se utiliza junto con otros métodos. No reemplaza la terapia cognitivo-conductual, sino que la mejora. Lo que se aprende en el cerebro a través del neurofeedback también tiene que ser apoyado en situaciones cotidianas: en el hogar, en la escuela, y en la terapia.
-Mejoras en comportamiento, capacidades cognitivas y sociales
Un estudio reciente de 2025 reveló mejoras notables en las puntuaciones relacionadas con la cognición, la comunicación, el lenguaje y las habilidades sociales en niños con TEA después de recibir entrenamiento con neurofeedback. mountainvistapsychology. com+15ScienceDirect+15Wiley Online Library+15
En 2009, Kouijzer y colaboradores documentaron que las mejoras en las funciones ejecutivas y el comportamiento social se mantuvieron durante 12 meses tras el tratamiento de neurofeedback. ScienceDirect+1. Este estudio reportó mejoras significativas en la comunicación social y en las funciones ejecutivas tras un protocolo de neurofeedback de 40 sesiones.
En otro estudio, se observó una disminución del 26% en los síntomas autistas en el grupo que recibió neurofeedback, en comparación con solo un 3% en el grupo de control. Además, se notaron mejoras en la atención, la concentración, la ansiedad y los comportamientos sociales problemáticos luego de 24 sesiones. PMC+13Brieflands+13ScienceDirect+13
-Cambios neurofisiológicos y de conectividad cerebral
El entrenamiento con neurofeedback utilizando el dispositivo Mente Autism (durante 12 semanas, en casa) produjo cambios estadísticamente relevantes en el EEG, en las funciones sensoriomotoras (evaluadas por posturografía) y en cuestionarios clínicos de comportamiento, en comparación con un grupo placebo. Frontiers
Un tipo particular de neurofeedback, conocido como ILF neurofeedback, mostró una disminución “significativa” en la severidad de los síntomas del TEA, con efectos especialmente marcados (~ 80%) en ciertas categorías de síntomas. PMC
-Evaluaciones críticas y limitaciones metodológicas
Una revisión general sugiere que, aunque muchos estudios reportan resultados positivos, la mayoría no cuentan con asignación aleatoria ni controles adecuados, lo que debilita la validez de las conclusiones. Wikipedia
Un recurso australiano (Raising Children) llegó a la conclusión de que no hay evidencia de alta calidad que respalde el uso de neurofeedback en niños con autismo, sugiriendo que aún no hay un respaldo clínico sólido. Raising Children Network
Una revisión de la Asociación para Padres (ASAT) indica que el neurofeedback podría conducir a cambios positivos en la autorregulación neuronal, aunque advierte sobre las posibles limitaciones de algunos estudios.
Entonces… ¿es realmente valioso?
Desde mi práctica clínica, afirmo que sí. El neurofeedback no es solo una tendencia. Es un recurso que se basa en fundamentos sólidos del aprendizaje. Cuando se utiliza de manera adecuada por profesionales capacitados, puede tener un impacto significativo.
Álex continúa asistiendo una vez al mes. Ya no lo hace debido a crisis, sino porque busca mejorar su concentración para tocar el piano con mayor destreza. En ocasiones, me dice que disfruta ver cómo «su cerebro se relaja» en la pantalla. Y sonrío, porque comprendo lo que eso implica.

Conclusiones
El autismo no puede ser «curado», pero es posible entrenar al cerebro para que sea más flexible, adaptable y conectado con su entorno. El neurofeedback puede ser una herramienta útil para eso, siempre que se combine con enfoques conductuales, entrenamiento de habilidades y apoyo emocional.
Como psicólogos, no garantizamos soluciones milagrosas. Sin embargo, apoyamos auténticos procesos de cambio. Y, en ocasiones, eso puede comenzar con un café diferente por la mañana.
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