Apego

Psicólogos Madrid: Trastorno de Apego

¿A qué llamamos apego?

El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad. El trastorno del apego se trata, entre otras, con la terapia EMDR, que resulta muy efectiva porque adapta los fundamentos estructurales de este marco para catalizar la integración de los individuos que han experimentado un apego no seguro o trauma de desarrollo.

El establecimiento del apego desde la infancia más temprana se relaciona principalmente con dos sistemas: el sistema exploratorio, el cual permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de los sentidos; y el sistema afiliativo, mediante el cual los bebes contactan con otras personas.

El apego, según Sergio López, 2009, se compone de tres componentes: la construcción mental que permite establecer la relación de pertenencia e incondicionalidad, la unión afectiva que proporciona sentimientos de alegría y bienestar, y el sistema de conductas de apego enfocado en mantener un contacto privilegiado.

¿De qué manera se establece el apego?

En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien tiene más contacto y aparece el miedo ante los más desconocidos.

El apego se encarga de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.

La teoría según John Bowlby

El psiquiatra y psicoanalista infantil, John Bowlby (1907-1990), estudió los efectos de la relación entre el cuidador principal y el menor, en la salud mental de los menores y en su vida adulta.

Bowlby retoma los trabajos de la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, con la que había trabajado anteriormente. Ainsworth notó diferentes interacciones entre madres e hijos bajo un procedimiento estandarizado que se conoce como la Situación Extraña.

Bowlby después de realizar ensayos con niños institucionalizados por robo, y con niños que habían sido separados de sus madres a edades tempranas, concluyó que la capacidad de resiliencia de los menores estaba influenciada por el vínculo formado en los primeros años de vida. En este sentido, el tipo de relación que se establece entre el bebé de pocos meses y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior.

Los 4 tipos de apego

Vamos a explicar en qué consiste cada uno de los tipos de apego propuestos por Bowlby, así como algunas manifestaciones en niños y adultos:

-Apego seguro

Se caracteriza por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no le va a fallar. Se siente aceptado, querido y valorado. Este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad. Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién nacido, no sólo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé.

El inconveniente es que esto supone una entrega casi total de parte del cuidador, lo cual puede resultar complicado para algunas personas.

Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego.

No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.

-Apego ansioso y ambivalente

En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual, suele generar angustia. Por eso, en el caso de un apego ansioso-ambivalenteel niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad.

Las emociones más habituales en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador regresa. Los menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de apego.

De adultos, el apego ansioso-ambivalente produce una sensación de miedo a que su pareja no le ame o no le desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan, como por ejemplo de este tipo de apego en los adultos, es la dependencia emocional.

-Apego evitativo

Los niños con un apego de tipo evitativo han aceptado que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les produce sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento.

Lo constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional.

La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en diferentes ensayos se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro. Estos menores viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.

En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.

-Apego desorganizado

Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativoen que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.

Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta.

Los menores tienden a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras personas.

Evitan la intimidad, no encuentran una forma de gestionar las emociones que esto les produce, por lo que se origina un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de las emociones positivas.

De adultos suelen ser personas con una alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas yparece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.

¿Podemos modificar el estilo de apego?

Por supuesto, el apego no es inmutable ni se mantiene en la misma medida en todas las personas a medida que el desarrollo avanza. Aparte, el comportamiento de toda persona en una relación se ve mediado por la conducta del otro. Las relaciones de amistad, laborales y de pareja también influyen en el tipo de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras de apego.

Todo esto es necesario interpretarlo desde un prisma integrador; lo cual implica que todas las interrelaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan el comportamiento del momento actual. Una persona con un estilo de apego inseguro en la infancia puede aprender de a las conductas de apego seguro que le proporcionan su pareja u otras personas queridas, como puede ser un grupo de amigos íntimos psicológicamente saludables.

Pero lo importante es desarrollar las tácticas convenientes para generar seguridad, con los recursos que tengamos disponibles.

A día de hoy existen múltiples factores psicosociales que tienen consecuencias importantes en la formación de vínculos primarios. La tarea de formar estilos de apegos seguros compete a distintos actores, no sólo a las madres, los padres o las figuras vinculares cercanas.

Conclusiones

La personalidad, el modo de actuar y relacionarse, el modo de gestionar y expresar las emociones e incluso la futura elección de pareja, están fuertemente relacionados con el tipo de apego que se ha desarrollado en la infancia entre los padres y el niño.

El estilo de apego establecido durante la niñez puede ser visible en los miedos o inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.