Dependencia emocional en la pareja

Dependencia emocional

¿A qué llamamos dependencia emocional?

La dependencia emocional en la pareja es un problema mucho más habitual de lo que creemos. En toda relación sentimental es muy normal que ambos miembros se encuentren vinculados de forma emocional. Esta vinculación, en cambio, puede llegar en ocasiones a convertirse en una dependencia emocional excesiva.

Esta dependencia se da cuando uno de los miembros de la pareja siente una necesidad desorbitada de recibir atención del otro; cuando esta necesidad termina por limitar la libertad de ambos miembros de la relación, hablaríamos ya de una dependencia patológica.

Limita a ambas partes porque el dependiente necesita de la atención de su pareja de manera constante, inhabilitándole seriamente y llegando a un punto que, y sin pretenderlo, necesita al otro de manera constante.

Por otro lado, el no dependiente ve su libertad seriamente coartada; se le exige estar permanentemente pendiente de la otra persona, lo que le inhabilita para desarrollar una vida normal autónoma.

Las relaciones con dependencia emocional suelen ser muy inestables, tóxicas, tortuosas y destructivas; el dependiente idealiza en exceso a su pareja, y como consecuencia ve dañada seriamente su autoestima al sentirse inferior.

Aparte de esto, aunque la relación sea insatisfactoria, harán todo lo posible para que esta no se rompa. Esto se debe a un apego obsesivo hacia la pareja, que impide desarrollar una vida plena y sana.

El equipo de Ipsia Psicología cuenta con psicólogos profesionales expertos en terapia de pareja, que te ayudarán en lo que necesites.

¿Cuáles son los motivos que dan lugar a la dependencia emocional?

Podríamos definir la dependencia emocional como la necesidad constante de atención y afecto de una determinada persona. Esta necesidad suele venir causada por una serie de factores muy relacionados con el apego.

La infancia es una etapa clave en la que se forman habilidades de independencia y autonomía personal; estas habilidades son determinantes para desarrollar unas capacidades afectivas apropiadas, permitiéndonos así establecer relaciones sentimentales con equilibrio.

Podemos hablar de distintos factores que favorecen la aparición de este problema:

Falta de apego en la infancia

A veces, el problema subyacente de las personas dependientes se encuentra en una falta de apego en sus primeros años. Es en esta etapa cuando se aprende qué es el amor, el cariño o el afecto.

Por todo ello, aquellas personas que no han vivido un apego apropiado en la infancia, es habitual que más adelante no sepan mantener relaciones emocionales idóneas.

-Desarrollo de una baja autoestima

La autoestima es la valoración que todas las personas hacemos de nosotros mismos. Por esto, cuando una persona tiene muy baja la autoestima suele necesitar de un refuerzo externo para mejorar su autopercepción.

Este es uno de los elementos más frecuentes en el origen de la dependencia emocional; así, las personas con baja autoestima buscan por norma ser reafirmadas constantemente por otra persona, desarrollando una personalidad dependiente.

-Patrones afectivos irracionales

Otras veces el origen de la dependencia emocional se encuentra en unas creencias distorsionadas sobre qué es el amor. En este caso, existen personas que creen que tener una relación es estar juntos en todo momento, o que los intereses personales deben supeditarse siempre en favor de los de la pareja.

¿Cómo saber si estoy desarrollando una dependencia emocional?

Las personas emocionalmente dependientes suelen desarrollar unas pautas de conducta muy comunes. De la misma forma, también existen algunos patrones habituales en las parejas de personas dependientes.

Existen diferentes comportamientos que pueden ser indicativos de una eventual dependencia, por ejemplo:

-Obsesión por una sola persona, de la cual depende toda su felicidad. Así, no se disfrutará ni se encontrará grato nada si no es en compañía de esa persona.

-Baja autoestima, derivada de la sensación de inferioridad en relación a la pareja.

-Sobre-identificación con la persona de la que se depende. Si alguien ataca a esa persona, el dependiente se sentirá atacado de manera personal.

-Priorizar la relación de pareja respecto al resto de relaciones. Tendencia a retraerse de amigos y familiares, ya que solo se desea estar con esa pareja.

-Actitud acrítica, ya que cualquier postura de la pareja se asume como propia. De esta manera, no cabe la posibilidad de llevar la contraria o manifestar una visión diferente, por temor a que se enfade.

-Descuido de los intereses, necesidades o deseos propios en favor de los del otro. Movido por la obsesión de complacer, el dependiente intentará satisfacer a su pareja antes que a sí mismo.

-Necesidad constante de afecto o de muestras de cariño por parte de la pareja. Si no recibe esas muestras de afecto, se tiende a la ansiedad.

-Sensación de miedo a la soledad o temor constante de perder a la pareja, incluso si aparentemente todo está bien.

-Culparse uno mismo ante cualquier cosa que pueda molestar a la pareja.

-Necesidad de exclusividad, en base a la cual el dependiente exige ser el centro de la vida de su pareja.

-Exigencia de acceso inmediato y continuado a la pareja. Esto se puede hacer a través de llamadas de móvil, mensajes, presentándose en el lugar de trabajo, etc.

Las características de las parejas de personas dependientes, son:

-Autoestima muy elevada. Por regla general, se trata de un patrón de personalidad inherente a la persona, pero que también se potencia en la relación.

-Actitud dominante en la pareja, aprovechando la actitud sumisa del dependiente.

-Distanciamiento emocional o frialdad. Esto suele darse bien como herramienta para manejar a la pareja, o como reacción a la sensación de agobio.

-Comportamiento inequitativo respecto al dependiente, exigiendo que estos cumplan unas normas que no se aplican consigo mismos.

-A veces se trata de personas con actitudes o rasgos narcisistas. Les agrada disponer de una pareja dependiente al ver reforzada así su autoestima.

-Son personas que suelen tener un cierto carisma, sentido del humor o buenas habilidades sociales.

¿Hay diferentes tipos de dependencia emocional?

En psicología y psiquiatría, existen numerosas clasificaciones diferentes dentro de la dependencia emocional. De esta manera, es habitual distinguir las relaciones de dependencia en función del entorno en el que se dan, o incluso respecto a cómo se relacionan con otros tipos de dependencias como las drogas o el alcohol.

La codependencia sería la dependencia emocional hacia una persona que depende a su vez de una sustancia; la bidependencia, sería depender simultáneamente de una persona y de una sustancia.

En cambio, en la mayoría de casos de dependencia emocional en la pareja, no es necesario ese nivel de detalle. Por lo que bastaría con distinguir únicamente entre una dependencia emocional propiamente dicha y la denominada “adicción al amor”.

Entendemos por adicción al amor la necesidad irrefutable de tener pareja, y no tanto la dependencia hacia una persona concreta. Podríamos decir que el adicto al amor necesita depender de alguien, sea quien sea. Por lo tanto, la diferencia con el dependiente, es que este último manifiesta su dependencia hacia una persona concreta.

Pero existe otra diferencia a destacar. El dependiente se aferra a alguien, y hará lo que sea por mantener la relación con esa persona. En cambio, el adicto al amor lo que busca es mantener siempre la sensación de enamoramiento, y en ese contexto no le importará cambiar de pareja si con ello cree que volverá a vivir esa primera fase de la relación sentimental.

¿Cómo podemos tratar la dependencia emocional?

A veces, puede ocurrir que no nos damos cuenta de ser emocionalmente independientes; solo en el momento en el que tomamos conciencia del problema, podemos empezar a buscarle solución. La finalidad es ser capaces de pensar y actuar por nosotros mismos sin necesidad de depender de una tercera persona.

Para empezar a identificar el problema es habitual hacer un listado de cosas que hemos hecho por nuestra pareja; si al analizarlo nos damos cuenta de que en mayor grado hemos actuado pensando en su bienestar por miedo a perderla o a que se enfade, en vez de pensar en nosotros mismos, puede ser un indicativo claro de que somos emocionalmente dependientes.

Cuando se ha diagnosticado el problema, lo más importante es comenzar a trabajar sobre la autoestima propia y mejorarla. Para ello, es muy útil reflexionar sobre retos que se han afrontado en el pasado y cómo se han superado, establecerse nuevas metas, ambiciosas pero alcanzables, y trabajar en la mejora de las habilidades sociales.

El objetivo es ser autosuficiente, para no depender así de ninguna persona. Una vez alcanzada esta meta podremos valorar adecuadamente si queremos continuar solos o si, por el contrario, merece la pena mantener la relación, pero ya sin los rasgos de dependencia emocional.

En numerosas ocasiones, puede ocurrir que no sepamos cómo afrontar este problema. En estos casos, puede ser de utilidad recurrir a un psicólogo experto.