El abandono emocional, la gran herida de la infancia

Niño paseando

El abandono de nuestros padres, de nuestra pareja, en la infancia o incluso de la sociedad, produce una herida que no se ve, pero que uno siente con daño cada día. Porque es un vínculo roto por donde antes se nutrían nuestras emociones y nuestra seguridad.

Pero, hay un aspecto que debemos tener en cuenta: el abandono no solo se produce por una ausencia física. El abandono más común es aquel donde deja de existir una autenticidad emocional, ahí donde aparece el desinterés, la apatía y la frialdad. La idea de este vacío no tiene edad, es algo que todo niño va a percibir y que, por supuesto, llega a devastar a cualquier adulto. Para ello puedes contar con nuestro centro de psicólogos especialistas en terapia infantil en Madrid.

Suele decirse que para entender lo que supone ser abandonado, “uno tiene que ser abandonado”. No obstante, eso algo que nadie merece, porque con cada ausencia perdemos una parte de nosotros mismos, y ninguna persona debería padecer este sufrimiento.

Las implicaciones psicológicas que se derivan de una vivencia temprana ligada al abandono suelen ser, por lo general, bastante graves. Aunque cada niño afronta los hechos de una manera, es común que quede la huella de un trauma, y los traumas no se los curan con el tiempo, solamente si nos afrontamos adecuadamente.

El abandono

El sentimiento de abandono puede originarse de muchas formas. Por ejemplo, nos trasformamos en barcos a la deriva cuando perdemos nuestro trabajo y no encontramos forma de reintegrarnos al mercado laboral. Quedamos perdidos, como ese niño que a una edad temprana es abandonado por su madre o padre, o como ese hombre que, un día al llegar a casa, descubre una casa vacía y la ausencia de la mujer que amaba.

El abandono en la infancia suele producir problemas en el estilo de apego que se manifiesta en la edad adulta.

A muchas personas les resulta muy terapéutico y beneficioso poder compartir dichas vivencias, pero en la mayoría de algunos testimonios se nota por encima de todo un trauma acaecido en edades muy tempranas: la muerte del padre o la madre, el tener un progenitor alcohólico o el haber crecido prácticamente en soledad.

El hecho de sufrir algún tipo de abandono en la infancia es algo muy determinante. Tanto, que los expertos comentan que es como un segundo nacimiento. Si el primero fue doloroso pero esperanzador, el segundo supone tener que “renacer” en mundo donde no nos sentimos amados, donde hemos de aprender a valernos por nosotros mismos sufriendo la ruptura de ese cordón umbilical que nos unía a un corazón.

Consecuencias ligadas al abandono emocional

A la hora de hablar de consecuencias asociadas a una dimensión psicológica traumática, es importante tener en cuenta que existe mucha variabilidad. No todas las personas asumen y expresan el dolor de la misma manera. No obstante, podríamos resumirlo así:

Sufrir el abandono en la infancia supone muchas veces tener serias y grandes dificultades a la hora establecer relaciones estables en la edad adulta. Es común desconfiar, sentirse vulnerable, pasar por épocas de cierta apatía, ahí donde resulta muy complicado gestionar emociones como la rabia o la tristeza.

-Cuando una persona sufre el abandono de la pareja o el de la propia sociedad, puede llegar incluso a sabotearse a sí mismo pensando, que no merece ser feliz o amado, que no tiene aptitudes o que ya no merece la pena luchar por sus propios sueños.

-Asimismo, aparecen también problemas de codependencia o de necesidad de aprobación y reconocimiento: llegan a dar demasiado de ellos mismos a los demás, sintiendo que, más tarde, lo recibido no es igual a lo que han invertido. Esta dependencia afecta de forma negativa en la forma en la que se construyen los vínculos afectivos con otros.

-A su vez, es común sufrir ciertas “reminiscencias emocionales”. En diversas ocasiones, algo o alguien reactiva sus sentimientos de abandono y todo su mundo se paraliza de nuevo.

-Las personas con heridas por abandono suelen estar en un estado constante de hipervigilancia. Al haber vivido situaciones de peligro en la infancia sin que nadie los socorriera, aprenden a no explicar y a no compartir.

-Es muy habitual también que aparezcan respuestas ligadas a trastornos de ansiedad y depresión, como la necesidad constante de validación externa, el miedo al rechazo y sentimientos de culpabilidad y vergüenza.

Todo ello son huellas que indican la posible presencia de estrés postraumático.

¿Cómo curar la herida del abandono?

La herida del abandono debe curarse prestando una especial atención a la autoestima y, por encima de todo, siendo capaces de perdonar, de liberarnos de ese pasado como quien corta el hilo de un globo muy oscuro y lo deja ir. Aunque obviamente, ese es un paso muy difícil de llevar a cabo. Existen algunas de las técnicas utilizadas en el tratamiento de los traumas:

La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR), es muy eficaz para detectar y transformar recuerdos traumáticos de infancia. Permite a la persona liberar la mente, el cuerpo y abrir su corazón para ofrecerle un adecuado alivio emocional. Por supuesto, esta debe ser llevada a cabo por un profesional en psicología.

-A su vez, los expertos en experiencias traumáticas sugieren la importancia de aprender a comunicar necesidades emocionales. Mediante las palabras, las personas heridas podrán conectar con las personas de su entorno que les pueden ayudar y apoyaran, estableciendo de esta manera relaciones más seguras.

-Por otro lado, trabajar en el fortalecimiento de la autoestima también es fundamental para sanar esta herida. Reconectar con uno mismo, sus aficiones, intereses y sueños será de gran ayuda para, progresivamente, ir tomando el control sobre la propia vida, forjar un vínculo amoroso con nuestro propio ser y reconocer la importancia de hacernos más autónomos e independientes.

Nuestro artículo «Trastornos de fobias infantiles» puede ayudarte con el problema.

-Por último, es importante persistir en el desarrollo de la autoconfianza y la confianza en otros. Permitirnos establecer nuevos lazos con otras personas hará que reconozcamos que las heridas por abandono pueden sanarse gracias al amor que vamos recibiendo a lo largo de la vida. También nos ayudará a entender que todos los vínculos son pasajeros y que siempre podemos conectar afectivamente con los demás.

Algo tan básico y primordial como aprender a cuidar de nosotros mismos, de priorizarnos cada día para desconectarnos poco a poco de la ira y del resentimiento, nos permitirá dejar de ser cautivos de las heridas del ayer. La memoria no puede borrar las tristezas del pasado, pero puede darles calma y sosiego.

Todo pasa, aunque haya nubarrones en un determinado espacio de tiempo, el sol vuelve a aparecer. Se puede empezar de nuevo, es necesario.