Terapia cognitiva-conductual para la conducta impulsiva

Terapia cognitiva-conductual para la conducta impulsiva

La terapia cognitiva-conductual ayuda a reducir la impulsividad. Es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por la reacción rápida, inesperada y desmedida ante cualquier situación. Es una condición por la cual la persona no puede controlar sus impulsos, tentaciones o deseos que siente y actúan sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos.

Puedes contar con nuestro centro de terapia cognitiva-conductual, en Madrid, donde nuestro gabinete de psicólogos te ayudarán en todo aquello que precises.

A veces se puede manifestar como una condición aislada mientras que en otros puede ir acompañada de otras condiciones psicológicas más o menos relacionadas. Otra de las características de las personas impulsivas es que suelen ser propensas al consumo de alcohol, drogas o fármacos, aumentando su agresividady presentando mayoresproblemas para adaptarse a diversas situaciones.

Esta perturbación es extremadamente perjudicial tanto para las personas afectadas, como para sus familias y amigos.

Tipos de impulsividad

-Deseo sexual compulsivo: el paciente siente un deseo sexual elevado en pensamientos y comportamientos, lo que puede aumentar la exposición a infecciones de transmisión sexual, riesgos para su propia seguridad, bienestar emocional y estigma social.

-Adicción a Internet: es la forma más frecuente de impulsividad, que se caracteriza por el uso excesivo de Internet, plataformas de redes sociales, juegos de azar o páginas pornográficas.

-Compras compulsivas: se caracteriza por una necesidad irresistible de comprar más allá de las capacidades económicas.

-Piromanía: es un impulso incontrolable por iniciar incendios, que a menudo pone en peligro la propia seguridad y la del resto de personas.

-Trastorno explosivo intermitente: se caracteriza por explosiones de agresión explosivas, repetidas y desproporcionadas.

-Cleptomanía: es un impulso incontrolable que conduce a robar por placer.

-Tricotilomanía: los pacientes experimentan una necesidad irresistible de eliminar el vello del cuero cabelludo, las cejas y las pestañas.

Síntomas de la impulsividad

Los síntomas específicos varían en función del tipo de impulsividad que afecta a la persona, pero las etapas de la afección son las siguientes:

-Impulso

-Tensión creciente

-Placer al actuar

-Alivio y culpa

Es importante que el paciente que padece los síntomas mencionados acuda a la consulta del psicólogo para que haga una evaluaciónde su caso y pueda descartar la existencia de otros trastornos de salud mental.

Causas de la impulsividad

La impulsividad a menudo acompaña a otros trastornos como el TDAH, el TOC, la depresión o la ansiedad. Se desconocen las causas de la impulsividad ni porqué algunas personas presentan esta condición y otras no, pero se cree que es fruto de una combinación de factores genéticos y externos, como el abandono del abuso en la infancia. La capacidad de controlar los impulsos se encuentra en la corteza frontal.

En la mayoría de los casos, el trastorno alcanza su punto máximo a mediados de la adolescencia.

Prevención y tratamiento

Para ello es importante controlar los actos de la persona afectada por este trastorno, como aprender a reaccionar de forma adecuada en relación a determinados pensamientos, emociones y sentimientos.

Los tratamientos para la impulsividad pueden ser de naturaleza farmacológica, psicosocialo una combinación de ambos. En cualquier caso, es importante que el paciente y el especialista puedan elaborar un tratamiento que contemple el contexto, el estilo de vida y las necesidades de los pacientes.

Los tratamientos psicosociales incluyen:

-Terapia cognitivo-conductual

-Desensibilización sistemática. Terapia de aversión

-Sensibilización oculta. Control de estímulo

-Reestructuración cognitiva

Recomendaciones

Pensar antes de actuar. Las personas impulsivas suelen reaccionar antes de sopesar las consecuencias de sus actos. Por ello resulta conveniente que lleven a cabo un proceso de reflexión mediante el cual procuren anticipar las consecuencias de su conducta, permitiéndoles detectar y reducir algunas de las respuestas automáticas que se acostumbran a dar.

-Tolerancia a la frustración. Es importante asumir que no siempre vamos a recibir aquello que esperamos. Por lo que habrá que intentar reducir los actos impulsivos y aumentar nuestro repertorio de respuestas adaptativas para corregir nuestro estado emocional.

Técnicas de relajación. Consiste en reducir la activación fisiológica para mejorar la capacidad reflexiva y reducir el estrés y los síntomas de ansiedad. Existen muchas otras estrategias terapéuticas consideradas eficientes para reducir la impulsividad, como por ejemplo la terapia cognitivo-conductual.

Bases neurológicas en el cerebro

La impulsividad no puede ser entendida como una conducta aislada; sino más bien en el prisma de una tendencia a actuar de forma rápida y sin meditación alguna, con el objetivo de resolver una situación o una emoción. Todo ello puede comprenderse mejor cuando se indaga en la actividad cerebral de quienes suelen reaccionar de este modo, pues existen evidencias de particularidades en un conjunto de estructuras neurológicas asociadas a la impulsividad.

Una de las más importantes se encuentra en la corteza prefrontal, donde se han apreciado múltiples diferencias estructurales y funcionales al comparar a personas impulsivas con los que no lo son. Esta zona es una de las principales estructuras implicadas en el propio razonamiento sobre nuestros actos, así como en la planificación y la inhibición de conductas o pensamientos indeseados. Actualmente se sabe que el daño en la misma motiva cambios en la personalidad, o incluso detona síntomas pseudodepresivos y pseudopsicopáticos.

Dentro de la misma corteza prefrontal, la corteza orbitofrontal tiene un papel especial en lo relativo a la impulsividad. Concretamente, modera la relación entre las respuestas emocionales y los actos motores, lidiando en el influjo de la amígdala (zona que procesa la experiencia emocional) y la corteza prefrontal (donde se inhiben todas las respuestas que pudieran desprenderse de los propios afectos). Así, actúa para «detener» o para «permitir» nuestras acciones ante algún estímulo precipitante.

Esta conexión se lleva a cabo mediante el rol que desempeñan dos neurotransmisores: la serotonina y la dopamina.

Se ha observado que un nivel bajo de serotonina está ligado a mayor impulsividad; incluyendo la participación en actividades de riesgo, autoagresión, suicidio y sensación subjetiva de laxitud en el autocontrol. La dopamina se relaciona con la impulsividad en su exceso; puesto que el aumento de su disponibilidad en la hendidura sináptica enlaza con la búsqueda inmediata de refuerzos.

Conclusiones

La impulsividad es un fenómeno que alberga una gran complejidad, tanto en su expresión clínica como en su etiología (social, biológica y psicológica). Por ello resulta difícil delimitar conceptualmente su realidad.

Será vital que en el futuro se siga investigando sobre la cuestión, pues será con ello que se lograrán tratamientos más eficaces para reducir su impacto sobre la vida de quien vive con ella o de su entorno cercano.