La Psicología, según B. F. Skinner

Skinner

Burrhus Frederic Skinner

Skinner fue un psicólogo, filósofo social, inventor, y autor estadounidense. Condujo un trabajo pionero en psicología experimental y defendió el conductismo, que considera el comportamiento como una función de las historias ambientales de refuerzo.

Nació en Susquehanna, Pensilvania el 20 de marzo de 1904-Cambridge, y falleció en Massachusetts el 18 de agosto de 1990.

Escribió diversos trabajos controvertidos en los cuales propuso el uso extendido de técnicas psicológicas de modificación de conducta, principalmente el condicionamiento operante, para intentar mejorar la sociedad e aumentar la felicidad humana, como una forma de ingeniería social. Un estudio de la American Psychological Association (APA), publicado en 2002, lo situó como el psicólogo de mayor relevancia del siglo xx.

Skinner avanzó en el estudio de la técnica cognitiva-conductual, realizada a día de hoy en los centros de salud mental.

La Psicología es un ámbito de estudio e intervención en el que se encuadran gran cantidad de propuestas teóricas y prácticas acerca de cuestiones no tan parecidas entre sí, y que históricamente ha dado a luz a un gran número de teorías y propuestas acerca del comportamiento humano.

Biografía de B. F. Skinner

Pero no todas estas corrientes de la Psicología se han adscrito al método científico con la misma fuerza: algunas parecen estar esencialmente emparentadas con la filosofía, mientras que otras sólo conciben el estudio de los procesos psicológicos como algo abordable desde la ciencia.

Esta segunda tradición de la Psicología le debe gran parte de su existencia a un investigador, Burrhus Frederic Skinner, encargado de revolucionar la investigación de la acción humana a través de su conductismo radical.

Los comienzos de su carrera

B. F. Skinner, animado por las posibilidades creativas de la prosa, durante su juventud se propuso crearse una carrera como escritor, pero desistió en sus propósitos al darse cuenta de que no tenía facilidad para ello.

Decidió, en cambio, que los estudios de la Psicología podían aportarle una perspectiva más amplia sobre cómo es y cómo actúa el ser humano, por lo cual empezó a estudiar esta materia en Harvard.

Este renovado entusiasmo no le duró mucho tiempo. A llegar a la universidad se encontró con una psicología muy poco desarrollada y centrada en los procesos mentales privados, algunas ideas inconexas sobre la mente humana y teorías muy abstractas sobre los estados de consciencia que estaban más relacionadas con la filosofía que con el estudio científico del comportamiento.

Hacia una psicología científica: la influencia de John Watson

Era el comportamiento humano observable lo que B. F. Skinner aspiraba a comprender. Influido por el psicólogo conductista John B. Watson, creía en la importancia de desarrollar la psicología experimental y dejar atrás el psicoanálisis y las teorías acerca de la mente basadas en el simple sentido común. Pero la utilización del método científico no era lo habitual en los estudios en Psicología impartidos en Harvard.

No desistió en su trayectoria académica y profesional gracias a Fred S. Keller, que a finales de los años 20 era una de las jóvenes promesas del conductismo en Harvard. Fred Keller convenció a Skinner de que era posible hacer de la Psicología una ciencia, y poco después ambos se doctoraron en esa disciplina.

Esa reunión, aparte de hacer que se consolidara una amistad entre los dos Freds que duraría décadas, hizo posible que Frederic Skinner llegase a ser una de las figuras más importantes de la Psicología Científica.

Inventos

-Cuna de aire

Skinner, en un esfuerzo de ayudar a su esposa a enfrentar las tareas del día a día de criar a un hijo, pensó que podría mejorar la cuna estándar. Inventó la “cuna de aire” para cumplir con este reto. Una cuna de aire es una cuna diseñada por Skinner fácil de limpiar, cuya temperatura y humedad puede ser controlada y creada para ayudar a criar bebés.

Skinner diseñó esta cuna de aire para su primer hijo porque pensaba que ayudaría a los padres que eran despertados por sus hijos llorando en la noche debido a temperaturas frías, y la necesidad de ropa especial o sábanas.

Fue uno de sus inventos más polémicos y era popularmente mal etiquetado como cruel y experimental. La cuna era comparada a menudo con su cámara de condicionamiento operante, conocida como «la caja de Skinner.» Esta asociación con un sistema de experimentación y refuerzo a base de comida invalidó cualquier éxito.

Fue diseñada para hacer el cuidado de un bebé más simple (reduciendo ropa sucia, irritación, etc.), mientras ayudaba al bebé a ser más libre, saludable, reduciendo la probabilidad de que llore. Supuestamente tuvo un poco de éxito con estas consecuciones. Después, las cunas de aire fueron comercializadas por varias compañías.

Un libro en 2004 por Lauren Slater, titulado “Abriendo la Caja de Skinner: Grandes Experimentos Psicológicos del Siglo Veinte”, causó mucho revuelo al mencionar los rumores de que Skinner había utilizado a su hija Deborah en uno de sus experimentos y consecuentemente se había suicidado.

Aunque el libro de Slater dice después que los rumores eran falsos, Slater también le permite al lector creer que Deborah había desaparecido, y por eso hizo poco para invalidar estos rumores.

Un crítico en The Observer en marzo de 2004 citó de forma incorrecta el libro de Slater corroborando los rumores. Esta crítica fue leída por Deborah Skinner (ahora Deborah Buzan, una artista y escritora que vive en Londres), quien en respuesta escribió una réplica vehemente en The Guardian.

-Las cajas de Skinner

Skinner experimentó con la conducta de animales partiendo de los principios del condicionamiento operante. Para ello, usó entornos en los que se intentaba tener un control total de todas las variables para poder observar de forma limpia qué era lo que afectaba al comportamiento del animal.

Uno de ese tipo de entornos artificiales era la llamada «caja de Skinner», una especie de jaula para ratas que contaba con una palanca y un dispensador de comida. Cada vez que la rata activaba la palanca, caía a su lado un trozo de comida, lo cual era una manera de animar al roedor a volver a repetir esa conducta. Aparte, la frecuencia con la que la rata movía la palanca quedaba registrada automáticamente, lo cual facilitaba hacer un análisis estadístico de los datos obtenidos.

Esta caja de Skinner fue sirviendo como medio para introducir diversas variables (como las descargas eléctricas), y ver cómo afectaban en la frecuencia con la que se producían ciertas conductas. Estos experimentos sirvieron para describir ciertos patrones de conducta basados en el condicionamiento operante y probar la posibilidad de predecir y controlar ciertas acciones de los animales. A día de hoy, muchos espacios utilizados para experimentar con animales son llamados cajas de Skinner.

La Psicología según B. F. Skinner

Skinner desarrolló sus estudios dentro de los métodos y la filosofía del conductismo, una tradición de la Psicología joven por aquel entonces que rechazaba los métodos introspectivos como forma de estudiar y cambiar la mente. Esta misma idea, la de «la mente», se le antojaba a Skinner como algo muy confuso y abstracto como para ser tenido en cuenta, y es por eso que situó su objeto de estudio en la pura conducta observable.

El hecho de mantener este enfoque fundamentado puramente en la evidencia experimental, es lo que hizo que ni los métodos ni la finalidad de estudio de la psicología que estudiaba este investigador, fuesen los mismos de los que partían los psicoanalistas, centrados en la introspección y cuyo acercamiento al estudio de la psique no resiste el principio popperiano de falsabilidad.

En la rivalidad establecida entre la psicología mentalista y el conductismo, Skinner apostó fuertemente por la segunda opción para tratar de hacer de la psicología una ciencia del comportamiento.

El nacimiento del Conductismo Radical

Skinner no quería que la psicología abrazase de manera total el método científico, solamente para que su campo de estudios fuese mejor considerado al tener el aval de la ciencia. Este investigador creía que los procesos mentales internos no son los responsables de originar la conducta humana, sino los factores externos y medibles.

B. F. Skinner creía que las propuestas e hipótesis de la psicología debían ser comprobadas exclusivamente a través de evidencias objetivas, y no a través de especulaciones abstractas. Este principio teórico era compartido por los psicólogos conductistas en general, pero B. F. Skinner difería de gran parte de ellos en un aspecto fundamental.

Mientras algunos científicos a principios del siglo XX estaban adscritos a la corriente del conductismo, tomaban la conducta como un indicador de objetividad metodológica para crear modelos explicativos de la psicología humana, incluyendo algunas variables no físicas, Skinner creía que la propia conducta era en sí el principio y el fin de lo que debería ser estudiado en psicología.

De esta forma, rechazaba la inclusión de variables no físicas en las investigaciones de lo que para él debía ser la psicología.

El término «conductismo radical», que bautizó el mismo Skinner, servía para poner nombre a este tipo de filosofía de la ciencia del comportamiento. En oposición al conductismo metodológico, el conductismo radical lleva hasta sus últimas consecuencias los principios del behaviorismo que ya habían ido desarrollando investigadores como John B. Watson o Edward Thorndike.

Es por eso que, según esta postura, las nociones que hacen referencia a procesos mentales privados, son inútiles en el campo de la psicología, si bien no se niega su existencia.

Skinner y el condicionamiento operante

B. F. Skinner es uno de los mayores referentes del conductismo, pero no fue un pionero de este enfoque psicológico. Antes que él, Iván Pavlov y John B. Watson habían descrito ya las bases del condicionamiento clásico en animales y humanos respectivamente.

Inicialmente, el conductismo se fundamentaba en el aprendizaje por asociaciones de estímulos como forma para cambiar la conducta, y el condicionamiento clásico permitía establecer relaciones entre estímulos y respuestas de manera que se pudiese predecir y controlar dicha conducta.

Para Skinner, en cambio, el condicionamiento clásico era poco representativo de la potencialidad de aprendizaje propia del ser humano, porque prácticamente sólo podía existir en entornos muy controlados y artificiales en los que se pudiesen introducir estímulos condicionados.

La importancia de la conducta operante

Burrhus creía que es la conducta operante, y no la conducta respondiente, la clase de comportamiento más corriente, universal y versátil, lo cual significa que a la hora de modular la conducta importan más las consecuencias que los estímulos que la preceden.

Son los resultados de las acciones lo fundamental, ya que es a partir de estas cuando se revela la verdadera eficacia o no de las acciones.

Una conducta sobre el medio es considerada operante porque tiene una serie de consecuencias constatables, y son estas respuestas del entorno las que van modificando la frecuencia con la que se vuelve a reproducir esa conducta o una parecida.

Así pues, B. F. Skinner utiliza fundamentalmente la forma de aprendizaje asociativo conocida como condicionamiento operante, basada en el aumento o disminución de ciertas conductas dependiendo de si sus consecuencias son positivas o negativas, como por ejemplo incentivaer a los niños cuando realizan sus tareas.

Burrhus Frederic Skinner, el gran polemista

Una de las consecuencias de practicar el conductismo radical es tener que negar la existencia del libre albedrío. En el libro “Más allá de la libertad y la dignidad”, Skinner expresaba con claridad por escrito esta consecuencia lógica de los principios filosóficos en los que se basaba: si es el entorno y las consecuencias de los actos los que modelan la conducta, el ser humano no puede ser libre.

Si por libertad entendemos indeterminación, o sea, la capacidad para actuar independientemente de lo que ocurra a nuestro alrededor. La libertad es, nada más que una ilusión muy alejada de la realidad, en la que cada acto está originado por unos desencadenantes ajenos a la voluntad de un agente que decide.

Skinner creía que el ser humano tiene la capacidad de cambiar su entorno para hacer que este lo determine del modo deseado.

Esta perspectiva no es más que la otra cara de la moneda de la determinación: el ambiente siempre nos afecta en nuestros comportamientos, pero al mismo tiempo todo lo que hacemos transforma también el ambiente.

Por lo que podemos hacer que este bucle de causas y efectos cobre unas dinámicas que nos beneficien, dándonos más posibilidades de actuación y un mayor bienestar.

Su negación del libre albedrío le acarreó críticas muy duras.

Esta postura filosófica, sentó muy mal en una sociedad estadounidense en las que los principios y valores del liberalismo estaban y continúan a día de hoy, fuertemente arraigados.

Pero este no era el único punto de fricción entre Skinner y la opinión pública. Este investigador dedicó gran parte de su tiempo a inventar todo tipo de máquinas basadas en el uso del condicionamiento operante y le gustaba aparecer en los grandes medios de comunicación para mostrar sus resultados o propuestas.

En uno de sus golpes de efecto, Skinner logró entrenar a dos palomas para que jugasen al ping-pong, e incluso llegó a proponer un sistema para guiar bombas utilizando palomas que picoteasen el objetivo móvil que les aparecía en una pantalla.

La opinión pública etiquetó a Skinner de científico excéntrico

Este tipo de artilugios hizo que Skinner ganase una imagen de personaje excéntrico, lo cual no era de extrañar teniendo en cuenta los planteamientos extremos y alejados del sentido común de la época que germinaban en su concepción de lo que es el conductismo radical. Tampoco ayudó el hecho de que inventase una especie de cuna con temperatura y humedad regulables, lo cual fue acompañado del mito de que Skinner experimentaba con su propia hija.

Por lo demás, sus opiniones sobre política y sociedad volcadas en su libro “Walden Dos”, tampoco casaban con la ideología dominante, pero Skinner no desaprovechaba ninguna oportunidad para aparecer en los medios de comunicación para explicar y matizar sus propuestas e ideas.

El legado de B. F. Skinner

Skinner murió a causa de la leucemia en agosto de 1990, y estuvo trabajando hasta la misma semana de su fallecimiento.

El legado que dejó sirvió para consolidar la Psicología como una disciplina científica, y también reveló información sobre ciertos procesos de aprendizaje basados en la asociación.

Más allá de la faceta mediática de Skinner, es incuestionable que llegó a ser un científico que se tomaba muy en serio su trabajo y dedicaba mucho tiempo y minuciosidad para generar conocimiento respaldado por la comprobación experimental. La importancia de su legado ha sobrevivido al propio conductismo de su época y ha pasado a influir fuertemente en la Psicología Cognitiva y la aparición de las Terapias Cognitivo-Conductuales.

Skinner creía que el comportamiento es mantenido de una condición a otra a través de consecuencias parecidas o idénticas a través de estas situaciones. Los comportamientos son factores casuales que son influenciados por consecuencias.

Su aportación al entendimiento del comportamiento influenció a muchos otros científicos al explicar el comportamiento social y sus contingencias.

Refuerzo es un concepto central en el conductismo, y era visto como un mecanismo central en el moldeamiento y control del comportamiento. Una idea equivocada común es que el refuerzo negativo es sinónimo de castigo.

Esta idea errónea es bastante fuerte, y es muy común encontrarla hasta en conceptos escolares de Skinner y sus contribuciones.

Mientras que refuerzo positivo es el fortalecimiento del comportamiento por medio de la aplicación de algún evento, refuerzo negativo es el fortalecimiento de comportamiento por medio de la eliminación o evasión de algún evento aversivo.

Las dos formas de refuerzo fortalecen el comportamiento, o ayudan a incrementar la posibilidad de que un comportamiento vuelva a ocurrir; la diferencia se encuentra en si el evento de refuerzo es algo aplicado (refuerzo positivo), o algo eliminado (refuerzo negativo).

El castigo y la extinción tienen el efecto de debilitar el comportamiento, o de aminorar la futura probabilidad de que un comportamiento ocurra, por la aplicación de un estímulo o evento adverso, el retiro de un estímulo deseado (castigo negativo o castigo por medio de retiro contingente), o la falta de estímulo de recompensa, lo cual causa que el comportamiento cese (extinción).

Skinner también buscaba entender la aplicación de su teoría en el contexto más amplio de la aplicación del conductismo a organismos vivientes, sobre todo la selección natural. Por ello no es extraño que, en la actualidad, 25 años después de su muerte, B. F. Skinner sea una de las figuras más reivindicadas de la Psicología Científica.