¿Somos capaces de identificar un delirio?

Delirios

Tradicionalmente se han descrito los delirios como creencias falsas. Pero no siempre resulta sencillo identificarlas. ¿Cómo y quién decide cuándo una creencia es falsa o verdadera? Para ayudarte con este tema, puedes contar con nuestro centro de psicólogos especialistas en la terapia cognitiva conductual, en Madrid.

¿Qué características nos permiten delimitar esta cuestión? Veamos unos ejemplos.

Ejemplo 1: Una persona afirma que quienes le rodean son en realidad extraterrestres camuflados que tratan de secuestrarle y que le han insertado aparatos en el abdomen para controlar por ondas de radio su pensamiento. ¿Es esto una idea delirante? 

Ejemplo 2: Alguien afirma que existe una conspiración internacional de los poderosos para exprimirnos como mano de obra mediante la creación de falsas necesidades de consumo, apoyados en los medios de comunicación. Somos víctimas de ese lavado de cerebro, siempre queremos ganar más y más para consumir más y más, convirtiéndonos así en esclavos de necesidades irreales. Además, decide consecuentemente vivir al margen de esa sociedad de consumo, trasladando su residencia a un entorno rural en el que produce sus propios alimentos en la medida en que le es posible, trocando los excedentes por otros productos y viviendo con las mínimas comodidades imprescindibles. ¿Es esto una idea delirante?

Quizás la afirmación de los extraterrestres parezca fácil de identificar como idea delirante debido a la extravagancia de la misma, pero ya adelanto que no es lo único que debemos tener en cuenta.

Respecto a la afirmación sobre la conspiración internacional, puede que resulte increíble para la mayoría, pero a la vez es difícil negar que aunque tanto sus argumentos como sus comportamientos sean estadísticamente minoritarios, el conjunto de la sociedad comparte en cierta medida algunas de estas afirmaciones. Infrecuente no puede ser sinónimo de anormal. 

La diferencia entre ideas como esta y las ideas delirantes resulta a veces excesivamente difusa. Y las consecuencias de darle uno u otro nombre no son baladíes.

¿Cuáles son las características que definen a una idea delirante?

A lo largo de la historia han sido muchas las respuestas que se han dado a esta cuestión para finalmente alcanzarse un “acuerdo de mínimos” sobre las características de las ideas delirantes que, a pesar de que no resuelve completamente la cuestión, reduce considerablemente el número de casos dudosos. 

Es importante destacar que estas características no son una cuestión de todo o nada, sino más bien una cuestión de en qué grado una idea o creencia se decanta más hacia un lado u otro del continuo:

Modificabilidad vs. Inmodificabilidad: las ideas delirantes se acercan más al extremo de la inmodificabilidad, esto es, el sujeto las mantiene a lo largo del tiempo sin parecer sensible a los argumentos contrarios a la veracidad de las mismas. 

Comoquiera, muchas veces la veracidad de una creencia no es tampoco una cuestión absoluta, debemos entender que nos referimos al conjunto de la idea o creencia como un todo y tal como es expresada por el individuo, no a todos y cada uno de los extremos de la creencia, puesto que tal vez algunos detalles puedan ser ciertos o argumentables. 

  • Convicción o Intensidad: Las ideas delirantes se presentan con un grado de convicción extraordinario, casi absoluto. Sus dudas son prácticamente nulas, frente a lo que se considera más normal, que es que los individuos guarden cierto grado de dudas en relación con sus creencias. 

Es una característica obviamente ligada a la anterior: si no albergo dudas sobre mis creencias, difícilmente serán modificables.

  • Grado de aceptación social: Un indicador de que una creencia puede ser delirante es que esta se encuentre al margen de las creencias socialmente aceptadas. ¿Podemos entender que una persona por su procedencia cultural y trayectoria vital crea ciertas cosas? Si es así, deberíamos considerar que por extrañas que nos parezcan esas ideas, son fruto de la influencia del grupo social al que pertenece o pertenecía, y no genuinas ideas delirantes.

Debemos subrayar que se trata de una cuestión probabilística, lo infrecuente no debe ser sinónimo de patológico, por cuanto convertiría cualquier disidencia en enfermedad, como desgraciadamente ya ha ocurrido en la historia. 

  • Preocupación, egoimplicación o autorreferencia: normalmente el hecho de que una persona tenga una determinada creencia no implica que su vida gire en torno a ella. Sin embargo, en el caso de las ideas delirantes la persona suele encontrarse todo el tiempo pensando en ella, siente una implicación emocional tan alta que se vuelve irascible cuando alguien trata de argumentar en su contra y su estado de ánimo se ve afectado por el hecho de no ser comprendido. Acaba afectando a múltiples áreas de funcionamiento (laboral-académica, interpersonal, de ocio…). 

*No obstante, tanto las ideas delirantes como las sobrevaloradas presentan esta característica, y, de forma distinta, las ideas obsesivas.

  • Verosimilitud vs. Inverosimilitud: Aunque no siempre es fácil decir si una creencia es cierta de manera tajante, la presencia de una cualidad extravagante resulta un indicador claro de patología (es lo que se ha dado en llamar creencia extraña, queriendo con ello indicar su absoluta imposibilidad). Pero no serán pocas las ocasiones en que por poco verosímil que resulta una idea, esta siga siendo posible. 

*Diferentes culturas aceptan como verosímiles ideas del todo imposibles de demostrar y de cuya veracidad no existe indicio alguno. Pero precisamente por tratarse de ideas socialmente aceptadas no podemos considerarlas patológicas. 

Por tanto, ¿qué diferencia a un delirio de una idea sobrevalorada?

Por su parte, las ideas sobrevaloradas, descritas por Wernicke en 1900, son creencias, con distintos grados de verosimilitud, que están emocionalmente sobrecargadas y que tienden a preocupar al individuo y a dominar su personalidad. Diferencias con los delirios:

Ambas suponen una fuerte implicación emocional de las personas que las mantienen, pero las ideas sobrevaloradas poseen cierto grado de validación consensual, y pueden ser psicológicamente comprensibles en términos de la experiencia y personalidad del individuo. 

Las ideas sobrevaloradas suelen centrarse en cuestiones sociales, políticas o religiosas, mientras que los delirios tienen un componente mucho más personal y son esencialmente autorreferenciales.  Nuestro artículo «Tipos de delirios«, puede ayudarte con el problema.

Las ideas sobrevaloradas se centran en un solo tema que persiste invariable durante meses o años, mientras que los delirios remiten con el tratamiento, e incluso un mismo paciente puede presentar varias ideas delirantes simultáneamente con diversos contenidos.